Colombianos, entre los más adictos a internet y redes sociales.
Colombia ocupa el segundo lugar, después de Filipinas, entre los países que más tiempo pasan en las redes sociales, un indicador de malestar en la salud digital del país. ¿Por qué llegó a esta situación?
Colombia pelea palmo a palmo los primeros puestos en varios rankings mundiales nada honorables: segundo puesto en el mundo entre naciones que más pierden tiempo en las redes sociales y cuarto lugar en horas dedicadas a internet. Subcampeones mundiales de la adicción a las pantallas, los colombianos pasan una media de 3:45 horas al día publicando trinos y siguiendo a influenciadores, según el más reciente reporte de We Are Social, tal vez la radiografía más completa de la realidad digital en el mundo. Solo Filipinas nos supera, con ocho minutos más al día.
Las cifras son alarmantes. Las casi cuatro horas diarias dedicadas a las redes superan la media mundial de 2:24 horas. En las economías sólidas la gente dedica menos tiempo a esta actividad. Los japoneses apenas 45 minutos al día y los alemanes una hora y 19 minutos diarios en promedio. Más preocupante resulta el tiempo invertido por los colombianos en internet en general, incluyendo redes sociales, YouTube, Netflix y WhatsApp. Nuestro país ocupa el cuarto lugar, con 9 horas y 10 minutos en promedio. Con algunos minutos más al día nos superan Filipinas, Sudáfrica y Brasil. De nuevo, las economías más sólidas tienen tiempos de dedicación muy inferiores. En Corea del Sur, uno de los países mejor conectados y con mayor velocidad de internet en el mundo, la gente invierte una media de 5:22 horas al día, casi la mitad de la cifra colombiana. En Alemania menos de cinco horas y en Japón, 4:22 horas.
Un reciente reporte del operador de comunicaciones Claro confirma la fuerte adicción de los colombianos a Facebook, WhatsApp y YouTube, las tres aplicaciones más utilizadas durante el confinamiento. Entre las tres ocuparon 32.000 terabytes de datos, la mitad del tráfico total de internet móvil de ese operador. En marzo pasado, un informe del Centro Nacional de Consultoría encontró que el uso que hacen los colombianos de internet es muy pobre. El índice de apropiación digital examina la intención de los usuarios cuando se conectan, por ejemplo, si es para estudiar, trabajar, hacer negocios, o si lo hacen para entretenerse, seguir influenciadores y ver videos de TikTok.
El índice de Colombia es 0,23, en una escala de 0 a 1. Entretanto, el índice de apropiación digital de Estados Unidos y de la mayoría de los países europeos es de 0,35. Parece una diferencia pequeña, pero en el análisis del Centro Nacional de Consultoría a nuestro país le tomará 20 años alcanzar a Europa en ese indicador.
Además de dedicar demasiado tiempo a internet, a los colombianos poco les preocupa si la información que encuentran allí es verdadera o falsa. En el estudio de Reuters Institute Digital News sobre la preocupación del público acerca de la información falsa que circula en internet, Colombia no entra ni siquiera entre los 40 países más preocupados por este asunto tan relevante. Las naciones que más gastan tiempo en las redes sociales son, en su orden, Filipinas, Colombia, Brasil, Nigeria e Indonesia.
En contraste, los países con mayor penetración de internet, en donde casi toda la población tiene acceso, como Estados Unidos (99 por ciento de penetración), o Dinamarca y Suiza (con 96 por ciento de penetración), el uso inteligente de la conectividad es superior y el promedio de horas dedicadas por los ciudadanos es menor, por debajo de la media global de dos horas con 24 minutos al día. Asimismo, los países más enviciados a las redes sociales son aquellos en los que la conectividad es deficiente. El reciente reporte de calidad de vida digital de la firma Surfshark, que utilizó datos del Banco Mundial para determinar calidad de internet, gobierno electrónico, infraestructura y seguridad, puso a Colombia en el puesto 62 entre 85 países.
De nuevo, las economías más prósperas y en donde las personas invierten menos tiempo en las redes sociales, figuran aquí en los primeros lugares de calidad de vida digital. El ranking lo encabezan Dinamarca y Suecia, con un índice de 0,79 (en escala de 0 a 1), seguidos de Canadá (con 0,78). Hay expertos revisando cuáles son los componentes socioculturales de los colombianos que producen estas estadísticas. El psicólogo Cristian Giraldo, investigador y docente del Politécnico Grancolombiano, cree haber hallado tres factores que explican la situación. “Nuestra necesidad de cercanía y socialización, mayor en Colombia que, por ejemplo, en Alemania, hace que busquemos en las redes ese contacto social que creemos que nos hace falta”, dice. Eso no es igual en todos los grupos sociales ni en todas las edades, pero es un factor que se suma al del acceso sin restricciones a contenidos de cualquier tipo.
En Colombia los niños pueden consumir todos los contenidos disponibles en la red. El tercer factor es la escasa educación de los colombianos en el uso de las tecnologías. Giraldo opina que hay mucho por mejorar en los planes curriculares y que se necesita una política pública sólida en relación con el uso de dispositivos, redes sociales y control de contenidos en edades tempranas. Carlos Lemoine, del Centro Nacional de Consultoría, director del estudio sobre apropiación digital, dice que Colombia pasó de la desnutrición a la obesidad mórbida sin conocer lo que es la buena alimentación en materia de uso de internet.
La analogía le sirve para explicar la delicada situación del país, que utiliza la conectividad en mayor medida para el entretenimiento y muy poco para la educación y el trabajo. En sus mediciones más recientes encontró que este año el 47 por ciento de los colombianos ha utilizado las TIC para comunicación y entretenimiento, 27 por ciento para educación y participación ciudadana y 6 por ciento para transacciones, negocios y trabajo.
¿Está amenazada la salud mental de los colombianos con la adicción a las pantallas? El psicólogo Cristian Giraldo cree que sí. Aunque hay discusión entre expertos acerca de si puede hablarse de adicción digital, porque algunos enfoques sostienen que se necesita una sustancia externa que la genere, Giraldo es del criterio de que las redes sociales producen el mismo efecto de una sustancia. “Disparan la dopamina, y cuando se interrumpe su consumo se provoca el efecto de abstinencia, que trae irritabilidad, ansiedad y deseo de regresar inmediatamente al uso de los dispositivos digitales”, explica.
El sistema cerebral de recompensas produce dopamina cuando se satisface el deseo de experiencias nuevas. Y las redes proporcionan esa sensación. “Con el ‘scroll’ infinito en Instagram el cerebro percibe que va a encontrar algo nuevo cada vez que el dedo desliza la pantalla, y tiende a buscar satisfacción”, dice el psicólogo Giraldo. La urgencia de mejorar la salud digital ha llevado a recomendar un conjunto de medidas que puede ayudar. En el ámbito familiar, los expertos sugieren establecer límites en los tiempos de conexión, tanto para adultos como para menores. Hay familias que disponen un recipiente en el que todos depositan sus teléfonos al final de la tarde, para evitar la patética escena tan común en nuestros días, de personas alrededor de la mesa que no conversan entre ellas, sino que mantienen cada una la mirada fija sobre la pantalla de su smartphone.
Giraldo recomienda que cada persona revise cuidadosamente si el uso que hace del teléfono móvil afecta su calidad de vida. Uno de los elementos a revisar es el tiempo y la calidad del sueño. “Es básico preguntarse si el consumo de contenidos digitales está robando horas al tiempo que debe dedicarse a dormir”, explica. Una medida fácil y efectiva es desactivar las notificaciones del teléfono, que interrumpen minuto a minuto las actividades cotidianas. Es necesario buscar la salud digital.
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